El archivo de la fotografia musical montillana en internet

POLIFONÍA ELÉCTRICA



Tengo el placer de reproducir el ártico publicado en la revista Nuestro Ambiente de este mes, escrito por el periodista Manuel Bellido Mora.

ANIVERSARIO DE LA CORAL DE ANTIGUOS ALUMNOS SALESIANOS EN UN CONCIERTO CON EL GRUPO REUNIÓN

La música está acostumbrada a derribar límites y prejuicios. Frente a los que la agrupan en compartimentos estancos inamovibles, están los audaces que no se cansan de buscar puntos de encuentro entre estilos y conceptos que se creen aparentemente incompatibles, como si se tratase del aceite y el agua. Al rock le sienta bien una masa polifónica y las voces a coro se elevan sostenidas por la electricidad. En otros lugares, ha sido una fórmula exitosa, así que por qué no experimentarla aquí. Dicho y hecho.
El grupo Reunión, que gusta de las novedades en cada uno de sus espectáculos, y la Coral de Antiguos Alumnos se animaron a trabajar juntos. La ocasión lo merecía, para celebrar el 35 aniversario de esta agrupación musical de raíz salesiana. Idearon un repertorio acorde a la propuesta y lo presentaron en doble sesión (con lleno total) el 12 de octubre en el Teatro Garnelo.
Después de una simpática introducción, a modo de diálogo casual, entre Antonio Leiva y Concha Jiménez Raya, Nico Bagnato, el cantante de Reunión, caldeó el ambiente con The Great Pretender, en plan Freddie Mercury. La siguiente, Hey Jude, ya vendría a dar la medida de la altura y la compenetración alcanzada entre la banda y la coral. Su director, José María Luque, vivaz y contagioso en sus gestos, logró extraer toda clase de matices a esta popular y compleja composición, por sus capas superpuestas de tonalidades, de Lennon y McCartney. Y de la grandiosidad de The Beatles a Billy Joel. Con El Hombre del Piano, Rocío Jurado se sumó a la fiesta, con el público de su parte desde que entró al
escenario. Después, nos aguardaba algo que siempre requiere pericia y sensibilidad: adaptar el Hallelujah, de Leonard Cohen, en una versión airosa y solemne, cantada por Nico, que gustó hasta a los más exigentes. Otra voz masculina, la de Manolo Alférez, lo relevó para convocar a la par a Antonio Machado y Serrat, en Cantares, empujados por el brío de la coral al unísono.

Se abrió entonces una parte del repertorio más íntimo. Manolo Leiva, al piano, Jesús Casas, al violín, y Rocío Jurado, con el respaldo multivocal tras ellos, hicieron tres escalas: una en Hijo de la Luna, de Mecano, otra (deliciosa) en Moon River, del gran Henry Mancini, y, como cierre a este intermezzo, Edelweiss, con la Coral y Juan Medina, repartiéndose el protagonismo.
Así, nos encaminábamos al tramo final. De nuevo Reunión al completo (por supuesto también estaban allí el batería Julián Marqués y el bajista Manolo Raya), con Antonio Jesús Salido a los solos de guitarra, perfiló las primeras notas de Let It be, otro clásico de los fabfour. Y de allí a María se bebe las calles, de Pasión Vega, himno por la dignidad de la mujer al que Rocío supo darle su punto de luz frente a la historia dramática y de superación que cuenta.
Hubo también un recuerdo para el romanticismo adolescente con Tears of my pillow, una de esas canciones doo wop llorosas de corazones rotos con pasaporte de eternidad. Es de 1958 y fue grabada por vez primera por Little Anthony y los Imperials, también sale en Grease y Kylie Minogue la reactualizó en 1989. El punto final, antes de una generosa ración de bises, llegaría con una invocación al malogrado Antonio Flores y su pacifista y conmovedor No dudaría, del que se encargó Nico, siempre con las espaldas bien cubiertas por una coral multigeneracional que se rejuveneció esta noche a base de bien.
Un beso y una flor, el infalible éxito de Nino Bravo, nos predisponía al fin de fiesta, otra vez con Manolo Alférez al frente. El resto hasta la última nota fue una celebración colectiva con la gente puesta en pie, coreando todo el mundo, cómo no, el Hallelujah, del canadiense errante, y Hey Jude, la rúbrica feliz de una noche de cumpleaños. Y qué cumpleaños tan sonado.
Esta crónica estaría incompleta sin las fotos que la acompañan e ilustran. Son de mi amigo Rafa Jiménez, atento e incansable, tenaz en su determinación de captar con su cámara todo lo que se mueve en el campo musical en Montilla. Son tantas y tan certeras en su propósito de documentar los más diversos conciertos y actuaciones que se diría que Rafa tiene el don de la ubicuidad. En una noche, de aquí para allá, se le ha visto en varios sitios a la vez. No se le escapa una y, en ese sentido, es un buen periodista gráfico. Si miro atrás, a aquellos años en que comenzábamos, lo veo junto a mí. Él disparó el flash la noche de la actuación de Pablo Guerrero, en el desaparecido recinto de verano del Círculo de Artesanos en el Paseo de Cervantes. Y también suyo es un excelente reportaje de la primera actuación de Miguel Ríos, en el añorado Albero Music. Nada más bajarse del escenario, el cantante granadino nos atendió, aún sudoroso y con su camiseta blanca, en un pequeño camerino. Era verano. Y así aparece en las fotos de Rafa. Las publicó El Correo de Andalucía, en su edición de Córdoba, gracias a la generosidad de Pepe Serrano, el periodista de Montilla que era entonces el delegado del rotativo católico. La noticia, con nuestras firmas, ocupaba algo más de
media página. Nuestro orgullo al verla, puedo asegurar que fue mucho mayor.

MANUEL BELLIDO MORA 

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